viernes, 29 de mayo de 2009

Señorita Desenfreno


Señorita Desenfreno es una mujer que vive en el desenfreno, ama la marihuana, el sexo ocasional (si es con desconocidos mucho que mejor), le encanta la cerveza, el pop, los bares, los hombres y algunas mujeres, estudia una carrera universitaria y tiene miedo terminarla por que no sabe que pasará con ella cuando llegue ese momento. Esta mujer viaja en su auto, realmente no es la gran cosa, vive en una casa común y corriente, no le gustan los animales y odia compartir su casa con otros seres extraños, solamente invita a la gente a beber.

Esta Señorita Desenfreno se cruzó un día con Don Nadie en la calle, Don Nadie estaba pensando como acercarse de nuevo a Miss Lujuria, cuando de pronto escuchó un ruidoso pop de ese que él odiaba, volteó buscando el lugar de donde venía ese sonido, supo que era de un carro, el cual era conducido por una mujer que bailaba en su asiento al ritmo de la música y de vez en cuando cerraba los ojos alzaba una mano y gritaba algún pedazo de la canción.

El observaba que se acercaba, el semaforo se puso en rojo para los automoviles y Don Nadie intentó cruzar la calle, justamente cuando Señorita Desenfreno venía en el automovil con los ojos cerrados la mano levantada y gritando "Ouh Yeah".

Don Nadie se percató de ello, entonces lo único que intentó hacer fue que el automovil le hiciera el mínimo daño posible brincando sobre el cofre, ya que el automovil no venía a velocidades muy altas, Don Nadie solo sufrió una caida. Señorita Desenfreno escuchó el golpe en su cofre, abrió los ojos y gritó de miedo.

Señorita Desenfreno: ¡No puede ser! ¡Lo maté! ¿Lo maté? ¡Iré a la cárcel! ¡No!

Ella estaba llorando y gritando desesperada, cuando escuchó que Don Nadie se quejaba.

Don Nadie: No pasó nada, ayudame solo fueron unos raspones. De suerte te ví y no venías muy rápido.

SD: Que buen susto me metió. A ver levantese le ayudaré. ¿Cuál es su nombre?

DN: Mi nombre es Don Nadie ¿y el suyo?

SD: Señorita Desenfreno, iba rumbo a un bar cuando usted se me atravesó.

DN: ¿Yo me atravesé? ¡Usted me arroyó! Así que no me venga con cosas. El semaforo estaba en rojo. Y esta gente está de testigo.

SD: Está bien, quizá fui un poco imprudente, pero es que la música era buenísima. Oiga, ¿desea acompañarme al bar?

DN: Realmente si, aunque también tengo hambre. Así que mejor primero me como algo y después la alcanzo en el bar.

SD: Yo invito la comida y la bebida - dijo la muchacha haciendo un guiño con su ojo - eso me saldrá más barato que una pierna suya o un brazo.

Justo lo que Don Nadie quería escuchar. Entonces subieron al carro y se fueron. En el camino ella hacía muchas preguntas a Don Nadie. Él respondía todo lo que ella quisiera así supo un poco de la vida vagabunda que había llevado gracias al alcohol, después supo de su intento de volver a la civilización por culpa de una mujer, hija de un amigo de él. Y ahora estaba de nuevo en pronta decadencia.

SD: ¿Entonces usted anda libre por el mundo a su antojo?

DN: Por el mundo no, digamos que en esta ciudad sí.

SD: Interesante - ella clavó sus ojos en Don Nadie y le preguntó - ¿Como hace para saciar sus instintos sexuales?

Don Nadie, la miró y sin pensarlo mucho contestó.

DN: Realmente no he pensado mucho en el sexo - mentía, pensaba mucho en el sexo, pensaba mucho en Miss Lujuria y en poseerla - en realidad a una persona como yo ese tipo de cosas son claramente imposibles.

SD: Claro que no, puede alquilar carne.

DN: ¿Me prestarás dinero para eso también?

SD: Se me ocurre algo mejor.

Quedaron los dos callados, llegaron al bar. Ella pidió un tarro de cerveza para ambos y lo que quisiera comer el caballero, a por que dicho sea de paso era un restaurant bar. Don Nadie pidió un filete de carne. Comió como desesperado y bebió el primer tarro de la misma manera. Ella lo observaba.

SD: ¿Te agrada el bar?

DN: Claro, nunca había entrado en este tipo de lugares, siempre iba a los de la zona rosa, donde existe gente como yo. Este tipo de sitios me parecen mucho para mí.

SD: Que bah! Si aquí yo he estado bebiendo con reales malandrines de etiqueta y con vagabundos peores que tú que se hacen pasar por gente importante, deberías intentarlo, quizá en un golpe de suerte conozcas una mujer interesante que te saque de la calle.

DN: ¿Mujer interesante? ¿Cómo quién?

SD: Tal vez como yo.

DN: Ok - bebió - deseo un cigarro.

SD: Pide una cajetilla, yo también quiero fumar. Deseo bailar, pero aquí no ponen música de la que quiero bailar, tal vez ya que bebamos algo podríamos ir a un lugar donde ponen una música excelente.

DN: Creo que eso sería demasiado para mí.

SD: ¿Recuerdas lo de la mujer interesante? Solo dejate llevar hombre...

Él lo pensó y ahora sí la miró con atención. No era fea, era de buen ver para un tipo vagabundo que no había tenido acción en algo de tiempo, pensó en Miss Lujuria y decidió enviarla a la mierda, ella era complexión media, ni robusta ni delgada, tenía unos pechos redondos y pequeños, de esos que caben en la mano diría Don Todo, una cintura pequeña comparado con las anchas caderas y un trasero que no era grande ni redondo, más bien solo las caderas estaban anchas, eso de que la mujer careciera de trasero le importó una mierda a Don Nadie...

1 comentario:

Angiepoquianchi dijo...

Esa señorita desenfreno no me da buena espina, pero Don Nadie no se puede perder esa oportunidad.