
Esa noche llegué de la calle más temprano que de costumbre, me compré dos hot dogs y una soda (era tan temprano que aún estaba el hot doguero y la tienda abierta) me puse a ver televisión mientras cenaba, saludé a mi abuela, que estaba en el cuarto de a lado, estaba mirando sus telenovelas y solo llegó al cuarto a saludarme y preguntar que si ¿por qué tan temprano? Le respondí que teníamos juego de fútbol alas 7 de la mañana y los compañeros del equipo pasarían a las 6 de la mañana por mí, no quería ir desvelado. Cené, agarré la computadora un rato y me dispuse a arreglar mi cama.
Tomé el colchón recargado ala pared, lo lancé al suelo, puse las sabanas y a dormir. Estaba pensando en lo temprano que me iba a tener que levantar, intentaba dormir, no podía, me volteaba a un lado, me volteaba al otro, me tapaba la cabeza, me la destapaba, me destapaba por completo, y no dormía a ratos, de pronto desperté: 3:45 am. Cerré los ojos y pensé, faltan menos de dos horas para que aquellos putos lleguen chingando su madre. Cerré los ojos y en eso escuché a lo lejos un chiflido como el de mis compas. No me chinguen ya es hora y no he dormido ni madres pensé, los voy a mandar ala chingada y no voy al juego, entonces siguieron chiflando y en eso dejaron de chiflar y gritaron "Martín, martín, martín".
Nomás falta que estos cabrones toquen la puerta de fierro y despierten a mi abuela, mejor me voy a ver que pedo pensé, además, ya había quedado con ellos para ir al juego, recuerden queridos 2 lectores que yo estaba acostado en un colchón tirado en el suelo, entonces cuando me incliné para levantarme, ahí estaba, era un duendecillo, chiquito, arrugado, sonriendo con dientes feos y afilados y se movía de izquierda a derecha burlandose de mí, yo estaba como petrificado, hasta que recordé esas sabias palabras de mi bisabuela: Cuándo me sale un espanto les echo de la madre, esos pinchis muertos nomás vienen a chingar, no les hagas caso mijito, echales de la madre, chinga tu madre, vete ala chingada, chingar a su madre, diles pa que se vayan, no les tengas miedo, miedo a los vivos, esos si son cabrones. Entonces, recordando esas palabras comencé a decirle al cabrón animal ese que chingara mucho a su madre y todo eso. Se desvaneció, estaba sudando, estaba como loco. Asustado por lo que había visto. Entonces me fui al cuarto de mi abuela y le dije que si me dejaba dormir con ella, que el pinche duende de la casa me había asustado. Ella solo me dijo: "Andele, por andar en la noche en las calles..."
Metí mi colchón a su cuarto, dejé de pensar chingaderas y conseguí conciliar el sueño, en dos horas estaban tocando en la casa, me fui a jugar fútbol, en el camino les conté a mis compas del duende, mis amigos siempre me decían que ahí en mi casa ellos sentían y algunos decían que miraban cosas, pero yo les decía que eran joterías, ese día, esa ida a jugar fútbol a los campos salitrosos de guaymas, yo fui la burla del equipo, por que miré algo que ya todos habían visto en mi casa y que yo no creía. Un duende.
Tengo varias anecdotas de ese duende. La primera vez que supimos de él fue por mi cuñado, pero esa vez yo no lo miré. Luego, queridos dos lectores, les cuento otra del duende, si así lo desean.
1 comentario:
qué tal anécdota!
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