jueves, 13 de mayo de 2010

Tumbas en el camino


Hace días estuve asistiendo a Hermosillo diariamente a unas capacitaciones, ibamos y veniamos, a mí siempre me ha gustado ver el camino cuando estoy viajando, aunque debo admitir que el camino de Hermosillo a Guaymas es de los más aburridos que me ha tocado viajar, será por eso que casi siempre prefiero dormir, pero bueno, ahí iba yo sentado en el camión, algunos iban dormidos, cansados por su trabajo, otros iban cantando "kurikitakati kurikitakatá", otros miraban la película que ponían, algunos comían chucherías, cada loco con su tema en un camión de personas que trabajarán en Sam´s Club Guaymas.

Yo iba observando, como ya dije antes por la ventana, miraba las choyas, mesquites, chamizos, cerros, tierra, arena, pero entre ver y ver esas cosas miré la muerte. Sí, miré la muerte en la carretera, pasaban las cruces acompañadas de flores, pasaban las tumbas, pasaban y pasaban mientras el camión avanzaba. De pronto me puse a preguntarme: ¿Qué historia vivirá detrás de esa muerte? ¿Qué hay detrás de esas lápidas en las carreteras? ¿Cada qué tanto visitarán los familiares dichas tumbas?

En eso me vino el recuerdo de una historia que me contó una tía, hermana de mi abuela materna. Ibamos con rumbo a Hermosillo muchos familiares trepados, estaba apunto de pegarnos un llovidón, entonces nos hicimos bola y mi tía comenzó a contar una historia de un transporte que iba lleno de gente, no recuerdo si era de pasajeros o de trabajadores, que estaba pegando un llovidón en la carretera y que el camión pues iba avanzando. Mi tía nos contó que a ese camión pasajero le cayó un rayo que lo partió en dos, murió mucha gente y en el lugar donde ocurrió esa tragedia pusieron una gran cruz blanca, una cruz grande, esa vez no pude ver esa cruz.

Pasó el tiempo y traía esa historia en la cabeza, hasta que una de las tantas veces que anduve por la carretera, pude ver esa enorme cruz clavada en medio de los dos carriles de la 4. No he encontrado noticias sobre esa tragedia del camión, solo comentarios de personas mayores que dicen que en efecto ocurrió.

A mí siempre me han fascinado todo lo que tenga que ver con la cultura y adoración de el mexicano por la muerte, por los rituales que hacen cada persona ante la pérdida de un ser querido, por ese afán de pensar que aún no se van, que siguen aquí y que los seguimos teniendo a nuestro lado. Más allá de el motivo o circunstancia de la muerte de estas personas, me causa mucha curiosidad ese rollo de tener bonitas las tumbas, de tenerles tumbas en carreteras, de llevarles flores, de llevarles comida, de enterrarlos con sus ropas, de dejarles pertenencias u objetos que les gustaran mucho en vida a los difuntos. Recuerdos de sus hijos en fin, cosas como si el difunto estuviera con vida.

He de decir que yo he hecho ese tipo de cosas, he dejado copas con cerveza, he dejado discos de música, películas, libros, juguetes, en fin, muchas cosas. Es algo muy bonito el culto a los difuntos por parte de los mexicanos, por eso, cuando voy por el camino siempre observo el suelo, para ver si existen Tumbas en el camino.

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