miércoles, 2 de diciembre de 2009

Justicio Sangre Fría

En un día como cualquiera nació Justicio Sangre Fría, Sangre por apellido Paterno y Fría por el Materno, Justicio fue hijo de dos campesinos pobres, pobres pero bien trabajadores, tuvo la fortuna de ir a la escuela primaria a un poblado cercano, fortuna que ninguno de sus hermanos tuvo por el hecho de que morían a los meses de nacidos por la precariedad en la cual vivían sus padres. ¿El pueblo donde vivían? No lo sé, no lo supe. Cuando Justicio Sangre Fría tenía 13 años y trabajaba con su padre en la siembra en unas tierritas que habían conseguido, ya se creía un hombre y una persona muy sabia por el hecho de haber cursado la primaria, cuando su padre siempre le decía: "No has ni comenzado a vivir y crees saber todo lo que de la vida se debe saber..." El chico solo lo veía, sonreía y seguía trabajando.

Un día mientras laboraban llegaron unos tipos con el padre del protagonista de esta historia. Eran unos hombres que nunca habían visto por esos lugares, el padre, después de platicar largo y tendido con ellos y hacer algunos ademanes de desesperación, volvió con Justicio y solamente le dijo: "Hijo vamonos"

Camino al jacal no se comentó palabra alguna, Justicio solo recibió silencio ante sus preguntas, el padre, parecía como que le habían tragado la lengua los ratones, no comentaba nada. Llegaron y el padre comenzó a hablar con la madre de Justicio, Justicio solo se quedó a lo lejos observando como de las palabras pasaron a los ademanes y de nuevo a la desesperación. No sabía Justicio lo que ocurría.

Días después llegaron esos hombres, Justicio estaba con su padre, los hombres dispararon a los padres de Justicio, este atinó a esconderse, al marcharse los hombres, Justicio fue con su padre y lo encontró agonizando y preguntó:

"Padre, dime ¿quiénes eran?"

Respondió el padre:

"Esos hombres quieren las tierras para plantar hierbas que vuelven locos a los hombres, Justicio, toma tus cosas y largate pal pueblo y de ahí vete a donde puedas estar lejos de aquí."

Justicio, que siempre hacía caso a su padre por ser un hombre sabio sin haber ido a la escuela, más sabio incluso que él que había cursado toda la primaria. Tomó sus pertenencias, que no eran muchas, emprendiendo huida para el monte. Así anduvo Justicio, de aquí a allá, Justicio era bueno, pero al morir sus padres los apellidos de estos sirvieron para crear en Justicio un sentimiento de venganza a Sangre Fría.

Justicio creció y ante la llamada de hombres para combatir en su país (el cual tampoco supe cual era) a los hombres que plantaban hierbas embrutecedoras, Justicio decidió entrar. Fue un jóven que acataba las ordenes antes de que se dieran, aprendió como pocos el manejo de armas, la defensa personal, estratégias de combate, entre otras cosas. Su sed de hacer honor a su nombre lo hicieron literalmente una máquina de matar, un hombre seguido por sus compañeros, lo cual le hizo escalar a los niveles altos de esas organizaciones de defensa en las que se había metido.

Al momento de que este hombre subió de nivel en nivel, se fue dando cuenta de que la lucha era en vano, los altos mandos estaban coludidos con el enemigo al que combatían, él nunca decía nada, esperaba el momento. Comenzó a hacer saber a personas de su confianza lo que pasaba, muchos habían muerto en vano, mientras otros amasaban sus buenas cantidades de dinero, dejando el honor de la profesión de lado. Logró juntar a varios compañeros que estarían de su lado.

Así fue como Justicio, un día con poco menos de 340 hombres, hizo frente a los soldados de su país, gritando que sus padres habían muerto por una causa que él mismo luchó y la cual estaba perdida. Que se necesitaba una limpia en las organizaciones de defensa de su país, ya que estaba llena de criminales, gritaba y gritaba:

"¡¡¡ No sean estúpidos, los asesinarán, los aniquilarán, ni ustedes, ni sus familias les importan, me conocen desde hace tiempo, saben que no miento, conocen mi historia, mi gente fue víctima de lo que ustedes y yo seremos víctimas si seguimos con esto!!!"

Los hombres lo miraban, algunos se decidían a atacarlo, pero realmente en defensa personal no le ganaba nadie, 2, 3, 4 hombres salían volando ante su fuerza y corpulencia. Justicio estaba haciendo justicia a su modo, a Sangre Fría ante la ineptitud de las personas en las que él ciegamente confiaba. Por último, tomó al que mandaba a todos y lo estranguló con sus propias manos...

Después de esto... Desperté...