Don Todo iba a dar una fiesta, fiel a su tradición de buenísimas fiestas que daba en su localidad, pues siempre buscaba celebrar de la mejor manera. Pensó que la música debía sonar muy bien, no solamente debía sonar fuerte, si no que debía tener un sonido que no se distorsionara, para que tocara las canciones de moda. Pues decidió ir a una tienda de electrónica.
Curiosamente en esa tienda ya tenía trabajo su amigo Don Nadie, tenía pocos días en ese nuevo trabajo, estaba Don Todo viendo los aparatos de sonido y no se daba cuenta que su amigo estaba ahí trabajando, entonces de pronto lo mira y le grita.
Don Todo: Oye!!! Don Nadie!!! ¿Tú trabajando? ¿Que jodidos haces aquí mi querido cabrón?
Don Nadie: Pues aquí estoy trabajando.
DT: ¿Trabaque? Tú no trabajas, eres un indigente...
DN: Pues ahora trabajo, ahora me dedico a hacer cosas...
DT: A cabrón... ¿A caso es por alguna mujer?
Se hizo un silencio por parte de Don Nadie y miró fijamente a los aparatos de sonido y dijo con mucha dificultad.
DN: ¿Viene a comprar un buen equipo de sonido? Yo le puedo ayudar.
DT: No te hagas pendejo, a ver cuentale a tu buen amigo como chingados ha sucedido este cambio tan grande. Cuentame como se llama esa muchacha.
Don Nadie no decía nada solamente desviaba la mirada.
DT: Ok, ok... No deseas decirle a tu amigo que está pasando. Está bien, vayamos a el negocio, ¿Qué aparato me recomiendas pues?
DN: Pues mira tengo este que es marca Futimotosino es japones, tenemos este que es de USA que se llama Waldremortorsocon, son caros, económicos tenemos unos mexicanos llamados Huepecueltetetl.
DT: ¿Con quién crees que hablas? ¿Como crees que compraría algo de México? Vengo por lo mejor, a ver muestrame como suenan esos dos de Japón y de USA.
Estuvieron probando los aparatos de sonido y a Don Todo le gustó el de Japón por unas simples lucecitas que se movían al ritmo de la música y tenía muchos botoncitos, aún cuando el de USA sonaba mejor.
Entonces lo compró. Salió de la tienda ayudado por Don Nadie y lo invitó a la fiesta. Don Nadie dijo que estaría bien.
Don Todo se despidió diciendo:
DT: Muy bien muchaho, para que te comiences a mezclar en sociedad.
A Don Nadie le agradó la idea.
Llegó el día de la fiesta, había muchas mesas bien decoradas con flores y bocadillos, botellas de vino. Una larga mesa llena de comidas al estilo buffet, una gran pista de baile, un grupo de Jazz tocando en vivo, muchos mayordomos esperando a la gente, a la puerta de la casa de Don Todo estaba una larga alfombra roja que comenzaba en la banqueta y terminaba hasta el gran patio de la enorme casa. Doña Todo sería la de la recepción, Don Todo estaba emocionado acomodando los grandes barriles de cerveza y entusiasmado por donde acomodar su gran aparato de sonido estadounidense.
Llegó Don Nadie apresurado por ver a Miss Lujuria, sin saber que ésta aprovechaba las fiestas de sus padres y que ellos estaban muy ocupados para salir por ahí con cualquier hombre y satisfacer sus necesidades lujuriosas.
Llegó el momento que todo mundo esperaba, que sonara la música que a todos gustaba: El Reggaeton, eran viejos que les gustaba el reggaeton. Entonces Don Todo anunció su gran aparato de sonido, que sería lo mejor que habían escuchado en muchos años.
Para esto Don Todo lo prendió, le subió a todo, pero nunca, nunca de los nuncas leyó el instructivo, no leyó las indicaciones de como se conectaba ese aparato. Entonces al encenderlo el aparato se quemó.
No hubo música, no era la primera vez que a este personaje le ocurría esto. Siempre deseaba tener lo mejor en el pueblo, aunque no entendiera como funcionaban, echando a perder muchas cosas que otras personas realmente les sacarían provecho.
Tenía un Ipod en el cual solo miraba la hora y escuchaba radio, la capacidad del ipod era de 30 gb. Una Laptop con conexión de internet 3g la cual usaba solamente para jugar al solitario. Compró unos aparatos completos de gimnasio y solo usaba la bicicleta estacionaria.
En fin Don Todo deseaba tenerlo Todo en su casa, aún cuando no supiera como sacarles el mayor provecho, algunas cosas simplemente las echaba a perder, las tiraba, compraba algo parecido y no lo usaba pero tampoco permitía que nadie tocara sus cosas.
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